viernes, 18 de julio de 2014

Un taller con mucha historia... o historias

Cuando hablamos de los talleres de Ilustratour solemos pensar, como es lógico,
en ilustración, en cualquiera de sus formas, pero ilustración al fin y al cabo.
Este año en el taller que impartió André da Loba hablamos de historias, y además,
de soportes. Nos olvidamos por una semana de la supuesta necesidad
del libro como vehículo portador de historias, y creamos las nuestras propias,
para las que además construimos sus propios soportes.
Lo que viene a continuación es mi experiencia en este taller, dicen que cada uno
cuenta la fiesta en función de cómo le fue en ella, para mí fue una fiesta
y así es como me fue en ella ¡espero que os guste!

Primero inventamos algunas historias breves, ayudados por cajas de cerillas
que nosotros decorábamos en función de nuestra historia. No hacía falta que fuera
una novela, o sí si tu así lo sentías. Con esto quiero decir que podías crear una historia
de una palabra, si con ella decías todo lo que necesitabas contar.




A continuación, creamos una máscara-totem de un animal con el que nos identificásemos,
en mi caso elegí el oso, hice una máscara en la que pudiera abrir y cerrar los ojos.
De modo que su pequeña historia consistía en entrar a la cueva a dormir, despertar
y salir de ella, guiñar un ojo a una linda osa que paseaba por allí, y volver a la cueva...



Una de las tardes, trabajamos en el río, la consigna era clara:


Y vaya si trabajamos...



Allí hicimos casitas en las que pudiera vivir nuestros animales. Para mi oso hice
tres viviendas de madera, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid,
y que nosotros pasamos en su orilla una de las tardes del taller, añadí alguna hoja
de los árboles de la zona.




Para que no se sintiera solo, le regalé un nido lleno de polluelos de golondrina, que volverán puntualmente todos los años para recordarle que debe salir de su cueva. El ejercicio consistía en crear algún personaje a partir de un rollo de papel.


Finalmente hice un balancín de osos, y claro, qué pasa cuando una pareja de osos
se pierde en el interior de una cueva durante seis meses... espero que no todo sea dormir.
Con este pensamiento hice el balancín, en el que los contrapesos son dos pequeños oseznos.


Y por último, había que reinventar el cuento de Los tres cerditos, pero para que fuera más difícil el ejercicio, había que hacerlo sin cerditos, sin lobo, sin casas... Salieron cuentos geniales, nunca vi contar tanto con tan poco... Para dar vida a mi cuento yo cree estas orejas de lobo, y esta estructura que podía convertirse tanto en los tres cerditos como en el pañuelo de mamá cerdita, pero si quieres que te lo cuente, tendrás que esperar a la próxima vez que nos veamos!!!


Ya solo me queda dar las gracias a André por su taller, y a Ilustratour por elegirme finalista tanto en el Patopollo como en el diseño de las alfombras. Lo dicho, muchas gracias, y ¡hasta la próxima!





5 comentarios:

  1. ¡Qué divertido y qué bonito! Y qué bien cuentas cuentos, por cierto. Bonita voz.

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    1. Muchas gracias Ana!! Qué piropos más bonitos, coloradito estoy!!

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  2. que bonitooo, te copio la idea de las cajas para hacerlo con mis chavales

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    1. Muchas gracias! Lo de las cajas, como llamas, es idea de André da Loba, yo lo hice en su taller, y no es sólo ilustrar la caja, lo realmente divertido es inventarte la historia y plasmarla en ella, que os quede muy bien, suerte!!

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